Hace un tiempo encontré en internet una nota titulada “Aseguran que la depresión es contagiosa”, se refería a un estudio hecho por Psicólogos de la Universidad de Notre Dame (USA), en el cual encontraron que: “vivir con personas propensas a la depresión aumenta el riesgo de padecer depresiones”.
Los resultados proporcionaron pruebas evidentes del contagio de los síntomas de la depresión, confirmando la hipótesis de los investigadores.
Esto no es difícil de creer, y tal vez si echamos una mirada a nuestro alrededor podamos comprobarlo. En momentos de dificultad podemos notar como los sentimientos de apatía, desánimo o tristeza se hacen virales.
Pero, ¡un momento! Los mismos investigadores llegaron a la conclusión de que “rodearse de gente positiva ayudad a curar la depresión”, y proponen usar el medio ambiente como parte del tratamiento para la depresión. Este a mi parecer debió haber sido el titular: “Rodearse de gente positiva ayuda a curar la depresión”.
¡Cuán bueno hace al hombre la dicha! Parece que uno quisiera dar su corazón, su alegría. ¡Y la alegría es contagiosa! – Dostoievski
Siempre se ha dicho que la risa es contagiosa, pues también el optimismo, y la felicidad lo son.
El entusiasmo también es contagioso, una persona eminentemente vital tiene la capacidad de transmitir su energía a las personas que la rodean y salir reforzada. La propuesta que hago en mis charlas y talleres de Risoterapia es convertirnos en “Virus de alegría”, contagiar felicidad, es posible y lo mejor de todo es altamente beneficioso para quien lo hace.
¿Han notado que cuando una persona nos sonríe sinceramente, tendemos a sonreír como respuesta? Pues he ahí una manera de contagiar felicidad, ¡sonríe! He hablado antes de como si fijamos nuestra atención en lo que sí tenemos, en las cosas buenas que nos pasan, aún en momentos de dificultad, y agradecemos las pequeñas bendiciones que a diario recibimos, la sonrisa fluye.
Siempre habrá alguna razón para agradecer, empezando por el hecho de estar vivos.
También influye la manera como nos comunicamos. En lugar de hablar tanto de lo que no nos gusta, es preferible compartir lo que sí. Quejarse puede resultar en un desahogo a veces necesario, pero si nos quedamos en la queja y no tomamos acción para cambiar aquello no nos gusta, nos encontraremos quejándonos todo el tiempo y por supuesto esto nos hará sentir mal.
El optimista no es el que no ve problemas, es quien está consciente de lo que va mal pero cree que puede hacer algo para mejorarlo y se pone a trabajar. A veces hay que aceptar que ciertas cosas escapan a nuestro control y debemos buscar la manera de no nos afecten tanto.
Tan importante como evitar hablar tanto de lo malo, es hablar más de lo bueno.
Compartamos aquello que nos hace felices. Si ves que alguien está haciendo algo bueno, ¡felicítalo! ¡agradécele! Comenta las cosas buenas que encuentres en la vida, e invita a otros a descubrirlas también.
Dice un antiguo adagio: “Si no tienes nada bueno que decir, quédate callado”.
Humberto Segura
Coach de Bienestar
Twitter: @humbertosegura | e-mail: humbertosegura@hotmail.com
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