La mirada perpendicular de Keila Vall

Keila Vall de la Ville es una escritora venezolana asentada en Nueva York, hasta donde ha llevado los eventos de poesía en vivo, Jamming Poético, que comenzó en Caracas. Ella guarda en su andamiaje un bulto de experiencias como antropóloga, mochilera, montañista, madre de dos hijos, emigrante, estudiante y académica, pero sobre todo narradora y poetisa. Nos encontramos en los entretelones de Miami Book Fair 2017 y no dejé pasar la oportunidad para que me contase acerca de su novela, Los Días Animales (Oscar Todtman Editores, 2016), que ha sido reconocida con un segundo premio a Mejor Novela en Español en la edición 2018 de los International Latino Book Awards. En esta conversación nos abre la puerta a su mundo creativo, cómo nacen sus historias y cómo afronta el oficio de escritora con una visión, perseverancia y paciencia que parece propia del escalador.

De antropóloga a escritora de oficio

Creo que todos a veces tenemos o flirteamos con la idea de escribir. Y a veces necesitamos desesperadamente escribir una que otra línea por ahí. Algunos perseveran y encuentran ahí un espacio expresivo importante, otros no necesariamente. En mi caso, yo siempre había escrito. Siempre había tenido esas cositas guardadas por ahí, sin embargo nunca me había planteado ser escritora, ni dedicarme a escribir.

Estudié Antropología, hice una maestría en Ciencias Políticas, y en un momento transformador, de muchos cambios en mi vida, dio la coincidencia o la posibilidad, de aplicar para poder tomar un taller de Monte Ávila Editores, y me aceptaron. Es un taller más o menos largo, bastante sólido, con una buena formación, porque te permite durante casi un año escribir y compartir lo que escribes con los que están allí, con los otros talleristas, y entonces lees lo de los demás y los demás leen lo tuyo. Y se trabaja con mucha crítica. Para mí ese fue un proceso muy importante y muy transformador. Más o menos por esa misma época hice el taller del CELARG, de la Casa Rómulo Gallegos. Estos dos en Caracas, en esa época vivía en Caracas. Y los dos más o menos tenían la misma dinámica. Este taller era un poco más amplio, si en el primero había como 10 estudiantes en el segundo había como 20, con Luis Barrera Linares como director de taller y en el otro con Carlos Noguera. ¡Ambos estupendos!

Sin darme cuenta o sin habérmelo propuesto, llegando el momento de terminar estos talleres, descubrí que tenía lo que se iba a convertir en un libro de cuentos entre manos (Ana no duerme (Monte Ávila Editores, 2007). Y también descubrí el gran placer que encontraba, ya no solamente en escribir alguna historia o algún cuento corto, o anotar alguna idea en una libreta, sino el gran placer que encontraba en trabajar esa idea inicial, con moldearla y con lo que sería la artesanía de la escritura, porque no es nada más tener la idea, sino manejarla, trabajarla, recortarla, ampliarla donde haga falta. Descubrí ese mismo placer de teclear y teclear por horas, comenzar a buscar ideas, porque ya no solo venían las historias, o venían las ideas. Ese poema que te ataca en un momento dado, sino buscarlo. Y comencé a descubrir que eso era lo que tenía que seguir haciendo, que era lo que más disfrutaba de todas las otras cosas que hacía. Así fue como empecé a escribir, y desde entonces ya no paré.

Poesía y narrativa, alternando y coexistiendo

Normalmente escribo poesía y narrativa al mismo tiempo. Se complementan. Y me permite incluso fluir más en ambos proyectos.

Cuando tengo dos proyectos, uno de poesía y otro de narrativa ocurriendo a la vez, desarrollo uno hasta el momento que siento que de pronto hay un silencio, o no sé mucho por donde voy a continuar. Que tal vez necesito leer, repensar… En esos momentos recurro al otro discurso.

Si estoy escribiendo el libro de poemas y siento que llegó ese momento de dedicarme al proyecto narrativo, en este caso de novela, y así voy. Así fue como siguieron los siguientes dos libros. Se generaron más o menos al mismo tiempo. Y entonces me dedico más a la novela y llega un momento que, o bien siento que necesito cambiar de registro, o ¿qué me puede ocurrir? Que voy en la calle o leo un artículo y de repente digo, pero bueno, esto es un poema. Así que le doy una pausa a la novela. Estoy todo el tiempo haciendo las dos cosas a la vez. Así fue como escribí lo que se convertiría luego en Viaje Legado, que es mi libro de poemas y Los días animales, que es mi primera novela.

Los escribí más o menos al mismo tiempo. Temáticamente no tienen mucho en común. Digamos que sí hay una preocupación que se mantiene en ambos libros. Creo que tiene que ver con que era un momento de ciertas búsquedas o ciertos motivos. El viaje, lo femenino, la herencia materna, la existencia y la vida en Venezuela, la emigración. Porque digamos, mi proceso migratorio de Venezuela
a Estados Unidos se dio mientras trabajaba estos libros. El viaje está súper presente en ambos libros. Y también hay un gran peso de un tema que hoy en día está muy sobre el tapete, que ojalá siga siendo así, que es el tema de la violencia de género. Y la violencia en general.

Entonces, en ambos libros hay como ciertos elementos en común. Si alguien lee los dos, de pronto lo descubre. Tal vez no, Pero eso está por ahí.

Un viaje, una mujer, su mochila, sus dudas

Mi novela, Los días animales, fue publicada por Oscar Todtman Editores, una editorial que está haciendo un gran trabajo en Venezuela, a pesar de las dificultades que estamos pasando.

Los días animales es la historia de una mujer que en un momento dado ve a alguien muy querido irse, escapar y perderse. Mientras esto ocurre, ella está pasando por un proceso de pérdida y de desapego porque su madre se enferma y fallece. Cuando eso ocurre, ella toma la decisión de irse. Es un momento transformador, ella toma esa decisión de abandonarlo todo e irse detrás de esta persona. Entonces es una historia de aventuras de alguna manera. Estos personajes son escaladores de montañas, pero viajan, viajan escalando, mochileando por ahí y tiene mucho de ese lenguaje de viajeros, de ese espíritu del tránsito. No ya del que emigra y se queda en este lugar, sino del hoy estás aquí y no sabes dónde vas a estar mañana. Hoy comes y no sabes si vas comer mañana, o no sabes si vas a tener comida mañana. Es muy extremo, y muchas cosas extremas ocurren.

Se habla por supuesto de amor, pero también de miedo, de violencia.

Este personaje femenino es un personaje asombrado ante lo que va viendo, pero también en la medida en la que se desplaza y se descubre, encuentra que ella lo que ha estado es tratando de rearmarse su propia historia. Realmente es un viaje de crecimiento y de re-creación.

Ella va descubriendo que éste no es un viaje geográfico, y no es ni siquiera un viaje que se pueda medir a lo largo del tiempo en una línea recta, sino que mas bien va dando saltos hacia atrás y hacia adelante. Y eso le da fuerzas para seguir, y esa es la historia.

Los motivos: La realidad, la imaginación, la palabra

Todo es personal. Para mí cuando tú lees un artículo de periódico y ese artículo te conmueve, cuando tú vas a una conferencia y esa conferencia te mueve el piso, te hace ver una cosa que no habías visto, cuando tú vas en la calle y ves algo, una situación que te incomoda o que te genera felicidad, alegría… todo eso que te conmueve, que te afecta, tú te lo apropias y se convierte en parte de ti. Yo creo que uno escribe con esos materiales y, por supuesto, también con la experiencia personal.

Yo siempre viajé mucho, siempre he viajado, me gusta. Desde hace muchos años viajaba de mochilera, era montañista. Entonces para mí el viaje ha sido siempre una manera de vivir. Y eso está en los libros. Pero las historias en particular o los pasajes que cuenta la novela no necesariamente me ocurrieron a mí. De pronto le ocurrieron a alguien que conozco, y otras te las imaginas, pues para eso es la ficción, para imaginar, para inventar lugares.

En la novela sí, hay lugares que menciono. Es una historia de un viaje, entre otras cosas. Y es un viaje en el que una mujer está buscando a alguien que se perdió, en pocas palabras. No es eso lo único que ocurre, pero quizás ése es el hilo conductor de toda la historia. Y por ejemplo, en ese viaje hablo de lugares en los que he estado y otros que me inventé, o que existen y no conozco pero me los imagino así. Y lugares que no me preguntes por qué, pero decidí, “bueno, yo quiero también que mi personaje vaya a este sitio”.

Antropología: La raíz de todo

Totalmente. Si bien es cierto que ejercía la Antropología por poco tiempo, es una carrera que volvería a estudiar, pues si me fuese veinte años atrás y me preguntaran qué quieres estudiar, diría Antropología. Me aparece que es una gran carrera, una carrera que amo. No estoy diciendo que pueda ser interesante para todo el mundo, pero en mi caso, siento que lo fue y lo ha sido y me marcó mucho, porque la mirada que da a lo humano es una mirada densa, pero también llena de detalles. La diversidad no es más que eso, de cuántas maneras distintas podemos ser los humanos, que igual ¡somos uno! Eso está presente en toda mi obra y en toda mi búsqueda personal, de vida. Esa relación entre lo que nos unifica, lo que nos hace uno y lo que nos diferencia.

Creo que con cualquier gran personaje, como escritora, hay que apuntar a eso. A lograr lo que hace que cada personaje sea igual a ti y al mismo tiempo que cada personaje sea completamente diferente a ti como lector. Y que se diferencien entre sí, por supuesto.

Eso tiene mucho que ver con la Antropología, que es justamente el estudio del Hombre y sus diferentes manifestaciones culturales, en momentos históricos y culturas diferentes.

 

El país en trizas, los cambios

Por supuesto que hemos cambiado. No somos lo mismo que éramos hace quinientos años, ni hace mil. Por supuesto que hemos cambiado. Y este proceso de cambio, de adaptación, de asimilación de nuevos elementos culturales, ese es un proceso completamente natural. Ha ocurrido en todas las culturas del mundo, desde que el mundo es mundo.

A veces ocurre que quizás somos un tanto idealistas, queriendo mantener una cierta identidad con respecto a lo que fuimos antes. Pero sería deshonesto no cambiar, porque el mundo cambia. Porque el ser humano tiene esa tendencia, a moverse en todo sentido. Y por supuesto que existe una venezolanidad que abraza todos esos procesos históricos por los que hemos pasado, y que es inseparable y es impensable sin ese apego a la tierra, ese apego a lo natural.

Creo que entre todos los que hemos sido criados en Venezuela –y creo que en cualquier país de Latinoamérica, y hablo de Latinoamérica porque es lo que siento más cercano, pero se podría decir de muchas otras culturas del mundo–, hay un cierto apego a lo tradicional, una cierta cercanía a lo natural. Y eso siempre se mantiene. Eso se aprende en la casa, de las generaciones previas.

Ahora, creo que estamos en un momento muy complicado, porque sí se ha dado una fuerte ruptura, no solamente por la división que sabemos existe en estos momentos en nuestro país, hablando ya estrictamente de Venezuela, –esa ruptura, esa división tan marcada entre dos grandes partes–, pero también entre otras, no solamente dos. Creo que ha habido un discurso de que son dos, pero no necesariamente son dos, si nos ponemos a ver más de cerca quizás nos damos cuenta de que sigue habiendo una gran diversidad más allá de esa polarización que sí existe, pero no son ni han sido solamente dos grupos.

Creo que eso ha tenido una consecuencia que es muy complicada y muy desgarradora, que es el proceso de diáspora.

Hoy en día hay muchísimos venezolanos viviendo en el exterior y ahí sí creo que el tema del apego a la venezolanidad se ve retado. Se complica, porque obviamente no es lo mismo criar a tus hijos en tu país que criarlos en otro lado, por más que hagas todo lo posible porque tus hijos se mantengan sintiéndose venezolanos, que creo que es la responsabilidad de esos padres que han tenido o han decidido criar a sus hijos en el exterior, por un motivo o por otro, sea político, en este momento o en otro. Creo que el apego a lo que te ha convertido en la persona que eres, en la madre que eres, en el padre que eres, es súper importante. Porque es lo que le da al ser humano densidad, así como un personaje gana densidad en la medida que tiene esa densidad por detrás, un ser humano necesita tener esa densidad, y esa identidad te la da tu historia. Lo que aprendiste de tus abuelos, de las maneras de hacer en tu casa.

Los días animales (OT, 2016) está disponible en amazon
Acerca de Keila Vall de la Ville
Keila Vall de la Ville es autora de la novela Los días animales (OT, 2016), pre-seleccionada como Mejor Novela (finalista) por el International Latino Book Award.
Es también autora del libro de cuentos Ana no duerme (Monte Ávila Editores, 2007) Ana no duerme y otros cuentos (Sudaquia Editores, 2016), el poemario Viaje legado (Bid&Co, 2016), y del texto crítico bilingue Antolín Sánchez, discurso en movimiento: del pixel, al cuadro, a la secuencia (Editorial La Cueva, 2016). Antóloga de la compilación americana bilingüe Entre el aliento y el precipicio. Poéticas sobre la belleza (Amargord, in press), y co-editora de la Antología 102 Poetas en Jamming (OT, 2014). Incluida en diversas antologías americanas y europeas. Fundadora del movimiento “Jamming Poético” celebrado en Venezuela desde 2011 y en los Estados Unidos desde 2017. Es Antropóloga egrresada de la UCV, Magister en Ciencia Política (USB), MFA en Escritura Creativa (NYU), y MA en Estudios Hispánicos (Columbia University). Pueden leer sus columnas The Flash en “Viceversa Magazine” (New York), y Nota al margen en Papel Literario del diario “El Nacional” (Caracas).

 

Alicia Monsalve – Periodista, aspirante a novelista. Editora y promotora. Échenme la culpa de lo que aquí suceda. Llevo todos los sombreros puestos aunque algunos no me calzan. De músico, poetisa y loca, de todo tengo un poco. La puerta está abierta y el último que apague la luz. UCAB87. Si quieres saber más, búscame en: linkedin/alicia.monsalve. Escríbeme a: Alicia@ByTheWaterMedia.com

You must be logged in to post a comment Login